Contrario a lo que nos han hecho creer, el cuerpo humano necesita grasa de diferentes fuentes (vegetal y animal) pero grasa natural, no refinada . El consumo de diferentes tipos de grasas es importante para el buen funcionamiento de nuestros órganos y del sistema nervioso.
Antes de la revolución industrial nuestros ancestros llevaban una alimentación antiinflamatoria.
Los tiempos de cosecha y la disponibilidad de los alimentos, establecían un control en el consumo e influían en la variedad de nuestra alimentación.
La forma en que se elaboraban ciertos alimentos favorecían la digestión de los alimentos, ejemplo la forma en que se elaboraba el pan.
Nuestra alimentación incluía diferentes tipos de grasas (animal y vegetal), el aceite de cerdo y pescado eran empleados para cocinar. Nuestra alimentación incluía vísceras (ricas en grasas, vitaminas y minerales). Consumíamos las carnes con su grasa y alimentos de nuestra zona geográfica.
Tomábamos el sol, teníamos contacto con la naturaleza y el movimiento estaba implícito en nuestra rutina diaria